El Gaita, el Blues y yo

A comienzos de la década del ´90, ya sabiendo lo que quería hacer con mi vida y mis gustos bien definidos (tiempo después comprobé que lo primero era mentira), pero siempre en la constante búsqueda de nuevas músicas para incorporar a mi colección mental; trabajaba en una oficina de una gran empresa, que como tantas otras, ya no existe. A la vista de todos era un tipito de catalogo, saquito, corbata y zapatos con cinturón al tono. 

Tenía un compañero de oficina que de aspecto éramos muy parecidos y previsibles, no hablábamos mucho, el Gaita era medio reservado y coincidimos en la misma microgalaxia donde yo era poca onda. Pero de a poco y con el correr de los meses notamos que teníamos varias cosas en común, el gusto por la música y otras yerbas. 

Eran los días de “prosperidad” donde podías comprar lo que quisieras y no afectaba drásticamente el sueldo. Yo, que en esa época escuchaba programas de radio como el Levi´s Midnight de Bobby Flores o Buenos Aires Blues de Paul Brodesky, sabia de que se trataba el blues pero no le prestaba la atención necesaria. 

Una tarde el Gaita se aparece con la noticia de que estaban a la venta las entradas para un Festival de Blues que organizaba el sello Alligator y si mal no recuerdo, uno de los organizadores era Bobby, que creo era el representante del sello en la filial Argentina. El Gaita me dice, ¿vamos?, medio dude pero accedí, era la oportunidad de ver a varios morochos referentes del genero, todos juntos y pasar un buen momento junto al Gaita. 

Compramos la entradas y los días previos al show, el Gaita se encargo de atornillarme la cabeza con información de bandas, estilos, músicos, etc., todo relacionado con el blues, yo mas o menos sabia de que se trataba y me agradaba bastante la cuestión, pero este gallego insoportable, como todo fanático, no paraba de hablarme del tema y yo no era quien para cortarle el mambo. 

Faltando mas o menos una semana para el gran día del evento, lo veo al querido Gaita con una semblante como si lo hubiesen violado. El quia estaba medio destruido y con los ojos lloroso, un boludo de veintipico haciendo puchero… 

- Gaita! Que aconteseu? 

- Nada gordo, me arrebataron el maletín, con muchos papeles y entre todo estaba la entrada. 

La verdad, que me dio pena, mas allá del garrón del hecho que le afanaran las cosas, era un verdadero fanático de la música que amaba e interpreté que eso era lo que mas le afectaba. 

En un arranque de piedad (no muy frecuente en mi) le dije, no te rayes cabeza, te doy mi entrada, yo no soy tan enfermo de esa movida. El Gaita me miro con un gesto raro. Me abrazo (demasiado contacto físico para mi gusto), me dio un beso en medio de la frente y se pudo como un niño feliz.. 

Pasaron los días, pasó el show y el gallego llorón me quemo nuevamente la cabeza contándome como fue, quienes tocaron, como tocaron, que tocaron… ¡basta Gaita, me tenes podrido!. 

A los pocos días entro a la oficina y lo veo, como todas las mañanas al llegoga, pero esta vez con una sonrisa de tubo fluorescente y me da un paquetito. 

Mona! (ese era mi apodo en esos días) … esto es para vos! 

Abro el paquete que tenia el formato obvio, era un CD, el Gaita me regalo un CD de un rejunte de Blues. 



Agradecimientos de rigor, apretones de manos y palmadas en la espalda, ese fue el nacimiento de una amistad simple y agradable. 




Cuando empiezo a escuchar el disco, ahí me pico el bicho! Me empezó a gustar a mi la cosa, no podía parar de escuchar esa música. Yo, fanático patológico de Led Zeppelin empecé a atar cabos para atrás, si bien sabía que el género y mi banda de predilección tenían enormes puntos en común, nunca me puse a investigar demasiado. 



Con el correr del tiempo y transitando virtualmente la ruta hacia los campos de algodón me llevaron en un viaje imaginario hasta la “encrucijada” y no para hacer algun pacto con “cuernos” sino para conocer al gran Johnson. 

Inverti unos morlacos y me atrevi a comprar una pequeña cajita… 



Pasaron varios años, al Gaita no lo vi mas, pero quedo el Blues y se fueron sumando nuevos discos y muchas cosas mas, y si bien nunca me arrepentí de haberle dado la entrada a mi amigo, debo confesar que hubiese estado bueno poder ir a ese festival. 

Soy apenas un poco mas pálido que los bluesman, no se tocar un maldito instrumento musical pero llevo algo de Blues en mi Alma. 




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